LA JORNADA FUE EN EL CENTRO REGIONAL DE EUCACIÓN SATURIO RÍOS, DONDE MONSEÑOR SEBELIO PERALTA OFICIÓ UNA MISA
Mil jóvenes aproximadamente integrantes de los cursos de confirmación de los sectores 1, 2, 3 y 4 de la Parroquia de San Lorenzo estuvieron en una jornada organizada por la Pastoral Juvenil de San Lorenzo para reflexionar sobre el Pentecostés, donde analizaron también los siete Dones del Espíritu Santo. La multitud de jóvenes estuvieron desde las 08:00 hs hasta las 17:00 hs.

El Obispo de la Diócesis de San Lorenzo realizó una misa a las 11: 00de la mañana y en su homilía instó a los jóvenes a llevar en cuenta los siete dones del Espíritu Santo (sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios), como herramienta de aprendizaje para vivir en unidad con Dios. También dijo que el Espíritu Santo actúa como un “abogado” que cuidará y dará soluciones de genuina libertad en el accionar diario de los jóvenes.
Los entusiastas confirmados de todos los sectores parroquiales de la ciudad estuvieron desde tempranas horas con cánticos, juegos de integración y trabajaron en grupos animados por miembros de la Pastoral Juvenil Parroquial que cumplió 18 años de trabajo evangelizador en la comunidad.
El método de la jornada se centró en cinco puntos que la pastoral juvenil utiliza en sus encuentros, ver, juzgar, actuar, revisar y actuar, donde se busca que el joven recorra paso a paso los distintos momentos de la vida en la que sobresale finalmente la decisión de actuar como verdadero hijo de Dios, explicó el joven Derlis Acuña, uno de los coordinadores de la pastoral juvenil.
Otra de las coordinadoras de los jóvenes Deisy Centurión otra de las Coordinadoras de la Pastoral Juvenil dijo “es la primera vez que se realiza esta actividad donde el encuentro es con los cuatro sectores de la parroquia de San Lorenzo y es muy interesante ya que los jóvenes se integran para reflexionar sobre la importancia del Espíritu Santo que es el tema principal de hoy”.
QUE ES PENTECOSTES?
Historia
La palabra Pentecostés viene del griego y significa el día quincuagésimo. A los 50 días de la Pascua, los judíos celebraban la fiesta de las siete semanas (Ex 34,22), esta fiesta en un principio fue agrícola, pero se convirtió después en recuerdo de la Alianza del Sinaí.
Al principio los cristianos no celebraban esta fiesta. Las primeras alusiones a su celebración se encuentran en escritos de San Irineo, Tertuliano y Orígenes, a fin del siglo II y principio del III. Ya en el siglo IV hay testimonios de que en las grandes Iglesias de Constantinopla, Roma y Milán, así como en la Península Ibérica, se festejaba el último día de la cincuentena pascual.
Con el tiempo se le fue dando mayor importancia a este día, teniendo presente el acontecimiento histórico de la venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles (Cf. Hch 2). Gradualmente, se fue formando una fiesta, para la que se preparaban con ayuno y una vigilia solemne, algo parecido a la Pascua. Se utiliza el color rojo para el altar y las vestiduras del sacerdote; simboliza el fuego del Espíritu Santo.
SIGNIFICADO PARA EL CRISTIANO CATÓLICO
Los cincuenta días pascuales y las fiestas de la Ascensión y Pentecostés, forman una unidad. No son fiestas aisladas de acontecimientos ocurridos en el tiempo, son parte de un solo y único misterio.
Pentecostés es fiesta pascual y fiesta del Espíritu Santo. La Iglesia sabe que nace en la Resurrección de Cristo, pero se confirma con la venida del Espíritu Santo. Es hasta entonces, que los Apóstoles acaban de comprender para qué fueron convocados por Jesús; para qué fueron preparados durante esos tres años de convivencia íntima con Él.
LO QUE DICE LA BIBLIA
«Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar.
De pronto vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban.
Se les aparecieron unas lenguas como de fuego, las que, separándose, se fueron posando sobre cada uno de ellos; y quedaron llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar idiomas distintos, en los cuales el Espíritu les concedía expresarse»
(Hch 2, 1-4).