El sismo que ocurrió en Japon el pasado 11 de marzo con una magnitud de 9,0 grados en la escala de Richter, fue considerado el cuarto más fuerte registrado en el planeta y el mayor que afectara a ese país, sujeto a una constante actividad sísmica al asentarse sobre el Anillo de Fuego del Pacífico.
El epicentro se ubicó a 125 kilómetros de la costa oriental nipona, y una profundidad de 10 kilómetros. Informa la Agencia Prensa Latina.
Los primeros estimados consideraron que debido a los violentos movimientos ocurridos, la principal isla del archipiélago, Honshu, fue desplazada en 2.4 metros, y el eje terrestre, en aproximadamente 10 centímetros. Aún cuando todavía no se confirman estos datos, un análisis recientemente divulgado en la revista Science, asegura por su parte, que el lecho marino de la costa este japonesa sí se movió, nada menos que 50 metros en sentido horizontal y 16 metros vertical.
El desplazamiento, sumado al movimiento hacia arriba probablemente contribuyó a la generación de las olas del tsunami masivo que siguieron al seísmo, consideran los autores del trabajo, científicos de la Agencia Japonesa para la Ciencia y la Tecnología Marina y Terrestre.
Sin embargo, esto no es nada nuevo, temblores de gran magnitud, como el que tuvo lugar en Chile en febrero de 2010, han provocado cambios en la geología terrestre.
En este caso, el terremoto fue tan poderoso que abrió una ruptura en el suelo, visible a lo largo de 500 kilómetros del litoral.
Además provocó una elevación de los terrenos costeros de hasta 2,5 metros, y el hundimiento de zonas interiores, cambiando la línea de costa hacia el mar, según estudios desarrollado por científicos de las Universidades de Chile, Francia y Alemania, divulgados por esos días.
El levantamiento más grande ocurrió en la península de Arauco donde emergieron plataformas marinas que movieron la línea costera medio kilómetro hacia el océano, indicó la investigación, y añade que el sismo liberó la mayor parte de la tensión acumulada en la zona durante casi 200 años.
Entretanto, la NASA señaló que la intensidad de ese terremoto también deslizó (unos ocho centímetros) el eje de la Tierra, lo que traería un acortamiento en la duración de los días.
Según informes de la agencia estadounidense, desde entonces, el día terrestre dura unas pocas millonésimas de segundo menos