Columna de opinión
El triste episodio que protagonizaron este año tres famosos futbolistas extranjeros,(Orteman, Marín y Romero) de Olimpia, tuvo una repercusión no solamente a nivel nacional sino internacional. Hay que aplaudir la decisión asumida por el titular decano, porque nadie discute la riqueza técnica, la habilidad y la potencia física de los jugadores, pero de ninguna manera se justifica la indisciplina, más aún por los privilegios y fortuna que estaban persiviendo.
Es lamentable, que ídolos de miles de niños y jóvenes, tengan una actitud tan vergonzosa, decepcionando a sus admiradores, manchando la imagen para de sus países y al gremio en general. Que este acto de indisciplina de jugadores experimentados y con rodaje internacional sirva de ejemplo para los menudos de nuestro país, que sueñan llegar a sitiales encumbrados en esta disciplina deportiva.
El fútbol es tan popular que un jugador tiene una trascendencia con niveles que superan lo normal, es una plataforma sensacional para llegar a todo el mundo. Es una actividad que moviliza a la comunidad, comunica valores y transmite sentimientos de éxitos, por eso los futbolistas requieren de una formación educativa integral, una ética sólida, una conducta ejemplar y de liderazgo para interpretar su verdadero rol dentro de la sociedad.
El éxito le trae dinero, mujeres y fama a los atletas, que muchas veces no lo pueden administrar adecuadamente y, terminan mareandose con la altura. Las jornadas nocturnas, las malas compañías, asociados a los vicios, como el alcohol, las drogas y los cigarrillos, casi siempre terminan destruyendo a los jugadores como castillo de naipes. Las “juntas” del joven futbolista y los amigos oportunistas, no hacen otra cosa que perjudicar su carrera.
Muchos hablan de maravillas de figuras jóvenes, que son excelentes, con grandes condiciones y, que cuentan con el fuerte apoyo familiar, pero transcurrido el tiempo, son aficionados a las mujeres (modelos), al alcohol y a los burdeles o discotecas; según periodistas de otras épocas, existe una larga lista de famosos, verdaderos ídolos que fueron víctimas de los vicios, como el campeón mundial, el italiano Guiseppe Meazza, el húngaro Feres Puskas, los argentinos, René Houseman, Diego Maradona y Ariel “Burrito” Ortega, así como los brasileños, Garrincha en el pasado y Adriano, uno de los casos más tristes en el fútbol mundial, un jugador que lo tuvo todo, talento, oportunidades, fue goleador del Inter de Milán, sin embargo el alcohol le arruinó la carrera al igual que a muchos otros futbolistas.
En nuestro país también se vivió casos similares, muchos extraordinarios futbolistas fueron a la ruina económica y hasta perdieron la vida en accidentes automovilísticos. Es ineludible, mencionar a nuestro idolo, Salvador Cabañas, quien fue víctima de un atentado, dentro de una discoteca en horas de la madrugada. Y cuantos jugadores compatriotas frustraron su carrera por caer ante las tentaciones, de las malas compañías, las jornadas nocturnas, el alcohol y las mujeres, quedando postrados en el suelo, luego de llegar a sitiales de privilegios en el mundo futbolístico.
En el entorno se sabe que esto sucede y que seducen más los futbolistas jóvenes con fama, sin embargo, los familiares, los amigos, los empresarios, los entrenadores, los directivos y los mismos periodistas, muchas veces somos cómplices pasivos de este mal, y reaccionamos tarde ya cuando el mal es incontrolable. Hay que apostar a la formación intelectual, emocional y psíquica del jugador, porque es la única vía que le servirá para desarrollar no solamente sus habilidades técnico-tácticas, sino también para manejar sus impulsos y, no caer en las garras de los vicios.
El fútbol es la ilusión de miles de chicos, pero la vida de un futbolista es de mucha incertidumbre e inestabilidad. Un profesional debe cuidarse dentro y fuera de los terrenos de juego. Si bien es cierto, el jugador es una persona que tiene que disfrutar de la vida en su tiempo libre, tiene que hacerlo sin excesos, respetando los tiempos de descanso, siempre dentro del ámbito familiar. No olvidemos nunca, lo que dijo el famoso entrenador alemán, Jürgen Klinsmann: “Los futbolistas deben ser ejemplos para niños y jóvenes de todo el mundo”.
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