Reflexiones…”Que tus sueños nunca vayan a parar al cementerio”

Un joven estaba conversando con su abuelo, le decía que trataba de concentrarse en las clases y que no podía y de ese modo nunca llegaría a ser abogado como deseaba. El abuelo le oía muy atento, cuando el joven termino de hablar el abuelo le hiso una pregunta: ¿Realmente desea s ser abogado? A lo que el joven exclamo con ímpetu: Por supuesto que sí. Muy bien, ven a verme mañana y te llevare a un lugar donde podrás encontrar la concentración que te hace falta en tus clases.

A la mañana siguiente el joven fue a ver a su abuelo, y este le llevó a un cementerio. Abuelo, ¿Cómo puede un cementerio ayudarme a tener concentración en mis clases?, exclamo el joven. A lo que el Abuelo contesto: Sabes que fui sepulturero durante muchos años y vi muchas personas con sueños igual que tú, eran personas que parecía que lograrían cualquier cosa que se propusieran.

Muchos de ellos nunca alcanzaron sus sueños, porque al igual que tú, sentían que no lograrían alcanzar la meta, que aunque la podían ver decían que estaba muy lejos. Muchos crearon excusas para matar a sus sueños y nunca lograron nada. De casualidad sabes quienes eran estos de aquí, dijo el abuelo señalando una de las tumbas.

Por supuesto, exclamó el joven, son los Señores Pittsburg, ellos crearon la fábrica de zapatos más grande de nuestro condado. Y estos de aquí, pregunto nuevamente el abuelo. No sé quiénes son, no me suenan de nada, ¿Quiénes son abuelo? Ellos son los dueños de la idea de la fábrica de zapatos, pero nunca la desarrollaron porque creían que esa montaña era muy grande de escalar. Yo platique con ambas partes, y esa idea fue comprada por los Pittsburg a los Gutenberg en frente de mí.

A los Pittsburg le costó diez dólares y a los Gutenberg el desaparecer para nunca ser recordados. Hijo, ¿sabes cuantos sueños hay aquí enterrados? Aquí hay canciones que nunca se cantaran, libros que nunca serán leídos, inventos que nadie usara, ideas que nunca volverán y sueños tornados en pesadillas. El joven con lágrimas en los ojos, le agradece al abuelo haberle llevado a aquel cementerio.

Un par de años más tarde, el joven vuelve al mismo cementerio con un papel en su mano, llega hasta la tumba de su abuelo y exclama: “Mi sueño nunca será enterrado, pues soy abogado; y tu legado… Nunca será olvidado”. No pierdas el objetivo de vista; anímate, lánzate y conquista.

“Muchas palabras han recorrido un largo camino a pie antes de conseguir sus alas”.