El 21 de agosto es la fiesta del Papa Pío X y con ese motivo se celebra también el día del catequista, debido al impulso que aquel pontífice dio a la catequesis.

El Papa Pío X ejerció su pontificado entre los años 1903 y 1914. Toda su actividad como Papa estuvo marcada por la importancia que dio a la catequesis y a la pastoral. Promocionó la comunión frecuente y dispuso las formas de preparación para que los niños accedieran al sacramento, redactó un catecismo, se ocupó de la formación del clero y de promover el canto litúrgico.
Con todas estas iniciativas se estaban dando los pasos iniciales para que la catequesis, sobre todo la de preparación a los sacramentos, llegara a tener un lugar destacado en la Iglesia del siglo XX y que fuera ejercida no sólo por los sacerdotes y las religiosas, sino también por laicos y laicas.
SIGNIFICADO DE LA PALABRA CATEQUISTA
El verbo “catequizar” proviene de una palabra griega que significa “hacer eco”. ¡Qué término tan adecuado! La tarea del catequista no es sólo pasar datos o comunicar alguna información. La tarea del catequista es la de quien busca llegar hasta el corazón del otro para que el mensaje resuene allí. Y por eso el catequista se ve envuelto en un ida y vuelta permanente, recibiendo el “eco” de lo que su anuncio provoca, acompañando las reacciones, las dudas y los sentimientos que el anuncio va provocando en el catequizando. A veces, no se escucha ningún eco. Y esto es así porque ningún método, ni planificación ni estrategia educativa nos asegura la respuesta que vendrá libremente desde el corazón del niño, del adolescente o del adulto.
LA CARIDAD DEL CATEQUISTA – LA ENSEÑANZA DE SAN AGUSTÍN
“Catequesis para los ignorantes” (De Catechizandis Rudibus), escrita por San Agustín en el año 400, explica que el santo recibió una carta de su amigo diácono Deogracias. En ella, el diácono le planteaba esas preguntas que nos seguimos planteando los catequistas hoy: cómo hacer para que los catequizandos se entusiasmen, cómo hacerme entender, qué métodos emplear, etc. San Agustín le contesta con un pequeño tratado sobre la catequesis, donde aborda tanto los aspectos metodológicos como el contenido doctrinal. Y también comenta las actitudes y disposiciones necesarias en el catequista para llevar adelante su tarea:
“Ciertamente que si nos cansa repetir a menudo las enseñanzas usuales y apropiadas para niños, será necesario que nos adaptemos a ellos con afecto fraternal, paternal y maternal, y así unidos a sus corazones hasta a nosotros mismos nos parecerán novedosas.
En realidad, vale mucho el afecto de un corazón que sabe compadecerse de los demás. Y así como ellos se encariñan de nosotros que les enseñamos, así nosotros de ellos, que aprenden. Compenetrarse mutuamente, de manera que ellos escuchando nos atiendan con sus mismas palabras; y nosotros enseñando, aprendamos de ellos a expresarnos en forma que les guste.”
San Agustín, que había estudiado retórica, conocía el principio de “adaptación al oyente”.
Y lo aplica magníficamente a la catequesis, no como un recurso para “vender” algo, sino como la actitud que nace del afecto y el cariño.
El día del catequista será una buena ocasión para que los párrocos y los padres de los catequizandos tengan un lindo gesto de reconocimiento hacia los y las catequistas que llevan adelante su tarea con tanto amor, dedicación y entusiasmo. Puede ser el momento adecuado para hacerle saber a la/el catequista que apreciamos su tarea y que lo queremos. Será una caricia, un “mimo” para el alma, una forma de decirles a los catequistas que no están solos, que toda la Iglesia está con ellos.