Opinion juvenil
Como se esperaba, el filme «7 cajas» está dando que hablar. Lo que aparentemente no se esperaba es lo mucho que iba a hablarse del tema ni las repercusiones que vinieron con el estreno de la película. Se esperaba, lo digo, teniendo en cuenta la expectativa que generaron incluso desde el lanzamiento del trailer (acompañada de una excelente estrategia de comunicación que apeló al suspenso y la interacción con el público) y porque el proyecto en sí, de un filme nacional con una locación tan especial como el Mercado 4, despertó la imaginación de más de uno, que intrigado, habrá ocupado por lo menos unos minutos pensando en el contenido de las cajas.
Y reitero, se esperaba pero no demasiado.No faltó alguno que otro escéptico augurando mucho ruido y pocas nueces. Pero algo pasó: las nueces terminaron acompañando el ruido. El 10 de agosto fue el día indicado para saber qué había en las siete cajas, aunque para muchos sigue el misterio y se alarga la espera. En un fenómeno sin precedentes en el cine nacional, la gente se volcó a las salas para saciar su curiosidad y expectativa: en su primer fin de semana en cartelera más de 15.000 personas fueron a ver la película. Extensas filas y escasez de entradas son, desde entonces, la constante en los lugares donde se proyecta el nuevo filme.
Convengamos, no es la primera película paraguaya y de hecho, en la última década se han visto interesantes avances y periodicidad en el audiovisual paraguayo. ¿Cuál es entonces el secreto de semejante éxito? Las salas de cine parecen hoy un mercado, similar al de la película. Y es que las siete cajas por las que Victor (Celso Franco) tuvo que correr al parecer llevan consigo, además del misterioso contenido, la credibilidad y la identidad que el público paraguayo esperaba ver en su pantalla grande.
No me considero de ninguna manera con autoridad para juzgar el contenido técnico del filme. Pero sí para apreciar el rostro de emoción de los espectadores al final de la película, los efusivos abrazos con los directores, un cine que levantó sus estrenos semanales y varias funciones de otras películas para dar lugar a «7 cajas», los interminables comentarios de las redes sociales, las entradas agotadas… Y no puedo dejar de pensar en qué sentirán Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori al ver que las largas noches de filmación en el mercado está teniendo una recompensa histórica: la satisfacción del público en proporciones nunca dimensionadas.
No sabemos qué pasará después de 7 cajas, pero ahora ya no hay regreso. Sólo nos queda seguir apoyando el avance de nuestro audiovisual con respeto y energía positiva, porque hoy sabemos que el cine nacional tiene ganas de dar lo mejor, hay voluntad y talento. El desesperado «¡Corré Victor!» resonará aún por mucho tiempo, porque es apenas el inicio de lo que podemos hacer con creatividad. Hoy sabemos que más allá de las maravillas técnicas, la emoción de ver el resultado de un trabajo hecho tan para nosotros no se compara ni con la mayor de las mismísimas producciones hollywoodenses. O al menos, es lo que expresa la mayoría del público. Si querés sacarte la duda: ¡Corré al cine!