Columna de opinion

La ley del talión para frenar la criminalidad

 

Por Oscar Gavilan

 

El Poder Judicial de nuestro país se hubiese detenido unos instantes para reflexionar, y rever las injusticias y frenar la ola de criminalidad que sufre nuestro pueblo. La fuerte crítica días pasados de monseñor Edmundo Valenzuela al Poder Judicial, por condenar con facilidad a los inocentes y liberar a los bandidos y criminales, es la primera piedra lanzada. Pero, como ciudadanos no podemos quedarnos a esperar nuestras sentencias como corderos al matadero. Es increíble el tiempo que estamos viviendo, cada día las noticias policiales son más crueles, los homicidios son más salvajes, no hay dudas que se perdió el derecho a la vida, que tiene cualquier ser humano por el simple hecho de existir y estar vivo; y que está contemplado en el artículo 4 de la Constitución Nacional, sin embargo, los denominados defensores de los Derechos Humanos están como observadores, pero con una ceguera grave, evidenciando una eventual complicidad o impotencia ante la floreciente criminalidad que no conoce de edades, clases sociales, políticas, y mucho menos de creencias.

Los perturbadores de la paz y de la vida, provienen de los tiempos primitivos, pero los delitos, cometidos por los delincuentes siempre fueron castigados, en la edad antigua, media y moderna. No pasa por mi mente revertir la filosofía del genio de la cultura Helénica, Platón, pero no comparto su teoría de no castigar un delito perpetrado por otro mal, porque podría derribar en una venganza colectiva.

La estadística criminal ha aumentado considerablemente. Recientemente, un hombre fue atacado salvajemente con un mazo y quedó con el cráneo destrozado, y cuantos hechos criminales no acorde a la naturaleza humana se reiteran a diario, como el infanticidio que se vivió en Luque, cuando una madre mató a sus tres hijos menores, entre otros casos lamentables.

Cuando uno sufre y experimenta hechos de esta naturaleza se cruza por la mente, la ley del Talión de la edad primitiva, retribuir el mal físico por otro mal físico de la misma naturaleza. La famosa frase “ojo por ojo, diente por diente, es decir sancionar la muerte con otra muerte. Y porque no reavivar el derecho penal griego, que admitía la pena de muerte que se ejecutaba públicamente, como la horca, la crucifixión, decapitación y la cruel pena por el delito de infanticidio. Sé que es irracional e inviable el retroceso del tiempo, pero no hay dudas el Código Penal vigente de nuestro país, ha fracasado y, está lejos de frenar y disminuir la criminalidad. Las penas privativas y el actual sistema penitenciario no funcionan para un pueblo como el nuestro. Los juristas quieren excusar su impotencia con la severa problemática social, como la cultura, la educación y la pobreza. La última palabra lo tienen los administradores de la justicia, y los legisladores, quienes tendrán que modificar el actual Código Penal, de lo contrario esto sería cada vez peor.

 

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