Humor y pichaduras

En un contexto de crisis manifiesta, la incredulidad y la decepción afloran en la ciudadanía, entonces el humor se convierte  en el arma de los caricaturistas, para dar cabida a la ira que las injusticias les provocan. Cuando el pueblo se ha hastiado del abuso, la ironía es una válvula de escape para el descontento. Los ciudadanos asqueados ya no con la política, sino más bien hacia muchos políticos que los tratan de bobos, se inclinan por esta forma de escrache.

Las viñetas (cuadros de humor) han demostrado cómo la atención está orientada hacia la denuncia de comportamientos incorrectos de los políticos, más allá del hecho en que se basan o la información de la que parten. En las viñetas se critica la actitud de quienes tienen la responsabilidad de lo que ha pasado, agravado por la pandemia, a través de la risa.

Los caricaturistas son los únicos capaces  de burlarse de los poderosos, que se convierten en abogados del diablo para acusar y poner en duda todo a través de la sátira, el humor negro y el absurdo. Esta es una respuesta de catarsis ciudadana, donde los/as dibujantes se transforman en un canalizador de la indignación.

Las autoridades o los funcionarios en cuestión, muchas veces(o casi siempre), sostienen que reírse de sus trapisondas y disparates es una ofensa a su dignidad, cuando solo es ponerlos en evidencia. También exigen que la fuerza coercitiva del Estado (vulgo Justicia), impidan esa ofensa. Pero, lamentablemente para ellos, la Constitución es clara en la defensa de la libre expresión, a menos que decidan actuar como los fundamentalistas que atacaron el semanario francés Charlie Hebdo. La caricatura es muy antigua y con la revolución francesa, los pensadores defensores de la libertad de expresión lo hicieron uso para esa gesta y de la cual surgieron también los derechos humanos fundamentales.

Pero todo tiene solución en esta vida, a no desesperarse. Esos depositarios de la voluntad popular, solo deben cumplir con su responsabilidad y transparencia en la función pública y por ende con su ejemplo, todos los funcionarios de menor rango. Tal vez así, le dejen sin trabajo a las trabajadoras y los trabajadores del lápiz.

Carlos I