Cómo detectar si tu perro o gato está enfermo

Al igual que los humanos enfermamos, los animales también contraen diversas dolencias y varias de esas enfermedades tienen que ver con lo que los humanos sufrimos, así tienen artrosis, se constipan, tumores, diabetes y otros males. Lo lastimoso es que aunque convivamos con ellos no siempre podemos detectar su molestia o dolor y y algunas patologías menores pueden acabar agravándose si los síntomas iniciales nos pasan desapercibidos.

Por: lavanguardia.com

Veterinarios y expertos en comportamiento animal aseguran que la observación de la mascota y ciertos conocimientos –incluidos algunos trucos y pautas muy básicas–, permiten detectar con rapidez si un perro o un gato sufre una enfermedad. Un comportamiento anómalo del animal, como la apatía, que haga sus necesidades en casa (perros) o fuera del arenero (gatos), o que esté especialmente irritable, pueden advertirnos que nuestro animal doméstico sufre una patología. O generarnos las suficientes dudas para acudir a preguntar al veterinario de confianza.

La primera advertencia básica que hacen los expertos es que los gatos son mucho más crípticos que los perros a la hora de detectar si están enfermos. No obstante, el grado de relación de cada persona con su animal también es fundamental. Y tampoco es lo mismo una mascota joven que aún no se conoce bien, que un perro o un gato que hace años que vive en casa.

“Cada especie puede variar en el momento de manifestar cuando se encuentra mal o sufre dolor. De entrada los gatos son más complicados, es mucho más fácil identificar que un perro se encuentra mal que detectar en un gato”, destaca Marta Amat, doctora en Veterinaria, jefa del servicio de Etología del Hospital Clínico Veterinario de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Hace falta conocer algunas claves para entender qué nos quiere decir nuestro gato.

En los perros, más rutinarios y con mayor dependencia con sus dueños, resulta más fácil. Varias razones explican que interpretar el comportamiento felino sea más complejo. “Por la vida que hacen los gatos en muchos casos la relación con el humano no es tan estrecha como con los perros, no se está tan encima de ellos y algunos síntomas nos pueden pasar por alto; un cambio de comportamiento puede ser un indicador de enfermedad, por el dolor, pero también puede significar que el animal está estresado por un cambio en su entorno”, añade Amat. Y si son gatos que pasan parte de su vida fuera de casa, aún es más complicado.

Hay que tener en cuenta también las particularidades de cada animal, su carácter. Conocer bien a nuestro animal ayuda también a detectar si le sucede algo anormal. La agresividad o la capacidad para relacionarse con otros animales cambia y puede también educarse.

No todos los gatos y perros muestran de la misma forma que se encuentran mal o padecen dolor. “Hay animales que son más expresivos y otros que lo son menos; el colmo de la poca expresividad es el gato: puede estar fatal y que el único síntoma sea que se queda quieto en el sofá”, destaca la doctora en Veterinaria. Por ello lo primero que tenemos que hacer es fijarnos mucho en el comportamiento de nuestros animales.

Pero, ¿qué debemos mirar y tener en cuenta?

Uno de los primeros síntomas a tener en cuenta es si el gato o el perro reduce, de la noche a la mañana, su nivel de actividad o come menos. La apatía, la falta de interés y las pocas ganas de jugar o interaccionar con las personas pueden ser una primera señal de alerta. “Nos debemos fijar en la actividad. Si el animal no sale a recibirnos cuando llegamos a casa, no come o lo hace en menor cantidad, o duerme más horas de lo habitual es un poco sospechoso, y tenemos que empezar a ponernos en alerta”, explica Maria Pifarré, veterinaria.

Gatos y perros tienen una temperatura corporal distinta a la de los humanos. Su temperatura corporal normalmente oscila entre los 38 y los 39 grados. Si se puede colocar el termómetro al animal, que no es fácil, y aparece esta temperatura, no, nuestro gato o perro no tienen fiebre. Si está por encima de los 39, alerta.

Observar los ojos de la mascota es un buen indicador de su estado de salud. “Los ojos tienen que estar limpios y brillantes”, explica Pifarré. Hay secreciones lacrimales, no obstante, que son normales, siempre que no sean de color verde o amarillo. Hay razas más predispuestas a las secreciones lacrimales, como los perros yorkshire o el maltés.

Hay animales que parpadean muy a menudo o que no pueden abrir un ojo, lo que denota molestias o dolor. En caso de observar estos síntomas, se recomienda acudir al veterinario.

Si el animal sacude mucho su cabeza o la tiene inclinada, es un indicador de un problema en el sistema auditivo. Los veterinarios aconsejan que los propietarios se acostumbren al olor de las orejas de sus animales porque de esta forma podrán detectar el mal olor con más facilidad. El mal olor de las orejas es uno de los síntomas más evidentes de una otitis.

En los gatos no es raro que el animal vomite puntualmente. Otra cosa bien distinta es si el gato vomita cuando ingiere comida o incluso tan solo bebiendo agua. Si sucede esto, hay que acudir al veterinario.

Hay animales que sufren diarrea ocasionalmente cuando se les cambia el pienso o su comida habitual, o que presentan heces muy blandas. Tampoco hay que preocuparse. Si el perro o el gato además de vomitar o tener diarreas se muestra apático y cansado, sí que hay que consultar con un especialista.

“Hay síntomas fáciles de identificar, como los vómitos o las diarreas. Pero si un gato está apático o come menos, no es tan fácil de identificar que existe un problema. Yo siempre recomiendo que ante cualquier cambio o cosa que sorprenda, mejor consultar y trabajar la prevención. No cuesta nada llamar al veterinario y, si no es nada, mucho mejor ”, dice Amat.

Si el gato o el perro bebe constantemente agua y hace pipí repetidamente, con mucha más frecuencia de la habitual, hay que ponerse en alerta y llevar al animal a la consulta. “Es un síndrome y normalmente denota muchas patologías, no una sola; es lo mismo que sucede con la fiebre”, explica Pifarré. No es fácil de detectar, especialmente en verano, cuando los animales beben más agua.

Cuando vemos que un perro intenta hacer pipí y no puede o expulsa muy poca cantidad de orina, es un síntoma habitual de una patología o alteración, como la infección urinaria (cistitis) o los cálculos renales.

Marta Amat
Jefa Etología del Hospital Clínico Veterinario UAB

En los gatos es especialmente importante, porque son animales que pasan mucho tiempo en el arenero cuando no pueden hacer pipí, entrando y saliendo constantemente. “Hay que ir corriendo al veterinario, una obstrucción de la uretra puede ser mortal”, alerta Pifarré.

Hay otros factores a tener en cuenta. Si el animal pierde o gana peso en poco tiempo, es recomendable pedir la opinión del especialista porque puede estar provocado por un problema de salud. La ansiedad por comer, ver que el animal está muy irritable o que se aparta y quiere estar solo, son comportamientos que pueden estar provocados por el malestar o el dolor derivado de una patología. También puede ser que el animal pase simplemente un proceso de estrés.

Una cojera, no de forma leve y ocasional, sino de forma repetida, cada vez que el animal ha estado estirado descansando, no es normal. En ocasiones, un problema óseo, como una artrosis en las caderas –muy frecuente en los gatos mayores–, se puede manifestar solo con que el animal deja de hacer pipí y caca en el arenero, o sencillamente está más irritable. “El cambio de conducta puede ser la manifestación del dolor, y sucede a menudo”, explica Amat.

Marta Amat
Jefa Etología del Hospital Clínico Veterinario UAB

Si vemos que nuestro gato presenta un aspecto descuidado en el pelo porque se limpia menos, es un síntoma típico de que no está bien. “Los gatos son muy limpios, pasan gran parte del día limpiándose. Si vemos que el pelo no está tan brillante es porque no se limpia y eso significa que no se encuentra bien”, ejemplifica Amat.

En la perras hembras, si presenta un flujo vulvar que no se corresponde con el celo, está como apagada y hace mucho pipí, puede ser que sufra una alteración de la matriz.

También hemos de estar atento si el perro empieza a toser por las noches, o se ahoga cuando se excita o hace ejercicio. Los veterinarios alertan que ello puede estar derivado de un problema cardíaco. También remarcan que si un gato respira con la boca abierta y se ahoga, hay que ir rápidamente al veterinario.

Si un perro o un gato se rasca mucho, es por tres motivos: por la presencia de parásitos (pulgas, sarna, etcétera), por una alergia o por una infección de piel. Pueden darse por separado o las tres patologías juntas.

Cuando un animal se tambalea o pierde el equilibro puede estar sufriendo un problema neurológico, de hígado o de riñón, por lo que debe pasar por la consulta de un veterinario. Y si se observan bultos que no se sabe cómo han aparecido y sabemos que el animal no se ha golpeado, también hay que hacer un seguimiento, tomar precauciones y acudir al especialista a que lo revise.

Hay una enfermedad, el síndrome de disfunción cognitiva, que aparece en animales de edad avanzada, y se puede manifestar en que el gato deja de usar el arenero, no duerme bien o está más irritable e incluso agresivo.

Es muy habitual que los propietarios acudan a internet para intentar saber si aquello que han observado de anormal en su mascota se corresponde con alguna enfermedad o es un simple cambio de comportamiento. Y en esos casos es frecuente que se encuentren presuntas graves enfermedades relacionadas con tales conductas y nos invada el pánico.

Por eso los veterinarios aconsejan prudencia a la hora de informarse a través del Doctor. Google. “Internet está muy bien para aprender cosas, es una gran herramienta; pero no nos asustemos por malinterpretar la información. Si buscamos fiebre, aparece moquillo, que es una enfermedad mortal, y nos alarmamos, porque siempre se tiende a pensar lo peor. ¡Tranquilidad!”, recomienda Pifarré.