La semilla de la explosión

Un día 5 de mayo, en una de las ciudades más respetables del mundo ocurrió una terrible explosión social, que tiñó de sangre a toda una nación y conmocionó al mundo.

Hace 231 años en Paris, el pueblo enardecido salió a las calles a matar a las autoridades de su propio gobierno

Los románticos de la política hablan de la Revolución Francesa, como de un poético nacimiento de libertades y nuevas ideas. No fue así, basta con leer a los historiadores rigurosos, o alguna novela de Charles Dickens (Historia de dos ciudades) para vislumbrar parte de la desenfrenada brutalidad y el horror que se vivió de repente en las calles de París, y en pocos días en todas las ciudades del país. Reyes y personas de la nobleza fueron decapitados en la plaza pública, y aquellos que no llegaron a la gillete (guillotina) fue porque fueron linchados, asesinados y descuartizados antes de llegar a la plaza.

¿Cuáles fueron las causas de la Revolución Francesa?

  • El ilimitado poder del gobierno, cuya autoridad no estaba sujeta a control alguno.
  • La desigualdad social política y económica.
  • La falta de libertades y derechos.

Muchos “demócratas” modernos, me dirán que actualmente vivimos en una república, que ya no hay reyes, que los títulos de nobleza fueron abolidos, y que “el pueblo elige” con su voto. Que ahora somos todos iguales ante la ley. Lamentablemente, para creer eso en el contexto de la realidad de nuestro país, hay que ser muy fanático o demasiado estúpido.

Los tres principios básicos de aquella revolución fueron: “Libertad, Igualdad, Fraternidad”. Y esos principios ya no están vigentes en nuestro país.

Libertad

Las libertades del individuo no son reales. O al menos son relativas. Si un ciudadano común cae bajo la sospecha de un delito es privado de su libertad. La presunción de inocencia es un cuento. Es más, cuando se comprueba su inocencia es liberado, pero nadie se responsabiliza del perjuicio causado al ciudadano. Asimismo los jueces y fiscales de la nación son más tolerantes con delincuentes comprobados, confesos y reincidentes, que con los ciudadanos que actúan en defensa propia. Tiene más derechos el motoasaltante reincidente que el padre que le disparó para proteger su vida, la de sus familiares y los bienes de su casa.

Igualdad

La igualdad no existe. Una autoridad pública que roba, que es denunciado con pruebas y testigos, a quien todo un pueblo le acusa, que se ha enriquecido notoriamente robando y vaciando los recursos del pueblo, llevará años y años argumentando y apelando, hasta que al final, las propias víctimas terminarán amenazadas y perjudicadas, mientras que el “alto delincuente” saldrá indemne de sus actos delictuales y volverá a intentar otros nuevos. En ese mismo tribunal, en esos mismos días, un ciudadano culpable -o inocente- de un delito desproporcionadamente menor, pasará años en la cárcel sin el más mínimo respeto a sus derechos. Si la injusta condena no es aumentada durante el proceso por acontecimientos que ocurren dentro de las cárceles para pobres (porque hay varios niveles de ciudadano), el ciudadano puede terminar asesinado por alguna de la facciones que hay en los presidios.

Fraternidad

Esta palabra alude a hermandad. Quizás se refiera a que todos, nacidos en esta patria, somos hermanos en ese sentido. Porque el estado es laico, según nuestra querida constitución.

Pero de todas las mentiras actuales de la República, quizás la palabra fraternidad sea la más atroz.

  • ¿Quién deja morir de hambre a su hermano para llenar sus bolsillos de dineros robados?
  • ¿Quién deja morir en la calle a su hermano por haberse robado el dinero destinado a hospitales, camas, medicamentos y doctores?
  • ¿Quién deja a su hermano congelarse bajo la lluvia, o calcinarse al rayo del sol por haberle robado su casa?
  • ¿Quién le roba a su hermano la posibilidad de educarse, condenándolo a la pobreza?

En este sistema, la mentada FRATERNIDAD es puro cuento, como también lo es la IGUALDAD Y TAMBIÉN la libertad.

No habiendo JUSTICIA, existiendo una generalizada CORRUPCIÓN respaldada por la IMPUNIDAD, podemos afirmar que LA REPÚBLICA NO EXISTE.

Los antiguos reyes franceses que el pueblo decapitó en la plaza, los condes, duques y marqueses que fueron destripados, estrangulados o descuartizados por el pueblo LOCO DE FURIA, no se diferencian en nada de nuestras actuales autoridades:

  • Siguen teniendo fueros,
  • Siguen siendo intocables,
  • Siguen siendo una casta superior (otro level),
  • Siguen demostrando una riqueza exagerada y mal habida,
  • Siguen formando parte de una nobleza que se auto protege: jueces, fiscales, ministros, presidentes, senadores, diputados, gobernadores, directores, intendentes y concejales.

El pueblo paraguayo de hoy recibiendo la misma injusticia y el mismo desprecio que recibía el pueblo parisino de sus autoridades. Al pueblo se le saca los hijos para servir como esclavos en un ejército inservible, al pueblo se le paga miserias, al pueblo se le IMPONEN impuestos para la salud, la educación, la seguridad, la libertad, la vivienda, y hasta para comer. Y luego de que pagan sus impuestos deben volver a pagar por su educación, por su salud, por su seguridad, etc.

La actual república paraguaya, no es muy diferente de la realeza que fuera derribada y masacrada por el pueblo francés. Las leyes son relativas, la justicia (Astrea) ha cambiado la venda de la imparcialidad por el antifaz de la impunidad, y la balanza de la justicia hace rato que es una bolsa de dinero sucio.

¿Creen que esto durará para siempre? Porque eso creía el “Rey Luis” de Francia hasta cinco minutos antes de que una turba enfurecida arrasara con la Bastilla, con los cuarteles, con los palacios, con los tribunales, con las comisarías… con todo.

¿Qué fue la Revolución Francesa? Una estúpida e innecesaria carnicería. Un crimen contra la humanidad, cometido por un pueblo enloquecido y harto de los abusos.

Lamentablemente, en Paraguay, hay gente que no parece ver las nubes juntarse en el cielo. La ciudad de San Lorenzo es un claro ejemplo de ello. La corrupción galopante de nuestras autoridades es clara evidencia de su miopía y estupidez.

Y esa es la peligrosa semilla de una explosión social.

A los señores miembros de la Junta Municipal, incluso, hay ocasiones en las que hasta se les ocurre disertar sobre democracia, transparencia y lo penoso que es la corrupción para el bien común.

Y hasta quieren dictar cátedras sobre moral, sobre honestidad, sobre las libertades.

Pero en su diaria y vergonzosa actuación, obran de modo totalmente contrario.

Viven persuadidos de que el pueblo es idiota, y que ellos son todos muy inteligentes.

Así de caraduras son


Fotografía de la trágica Guerra Civil de 1947 en la República del Paraguay

Carlos II