Mbeguemi online: El himno a la muni…

Con mucha tristeza recordamos a gente de trabajo de la muni, como Damián y Alejandro, que ya hace un tiempo que no están con nosotros. Domínguez estaba en la Administración del Mercado y Cuevas se desempeñaba en control de carnes.

Lastimosamente fallecieron.

Pero hay gente que se aprovecha hasta de estas desgracias, para sacar ventajas: y lo decimos porque según la página de la municipalidad, estos dos fallecidos siguen figurando en sus respectivos lugares de trabajo, por lo tanto cobrando.

Parece que lo del “Halloween de los santos” no termina, y les doy otro ejemplo: en la “mágica” página municipal no figura el director del cementerio. ¿Será que los póras trabajan ad honorem? ¿Serán zombis? ¿Serán almas en pena? ¿Será otro curro?

¡chemo pirimbá…!

Desde la época de tío albino  ya había una niña llamada marielita, a la que le decían “terror de fin de mes”, ¿Por qué? Porque muchos trabajadores municipales perdieron parte de sus míseros salarios en manos de esta “traviesa funcionaria”. 

Muchos obreros recuerdan –con rabia- aquellos años pasados, cuando trabajaban los 31 días de enero, el mes interminable. El mes más largo y más sogüé, cuando el rayo del sol te parte la espalda en las calles. Pero laburaban aguantando el polvo y el calor con la esperanza de cobrar su sueldito.

Y los jefazos chupando un frio tereré –bajo un aire acondicionado-  les controlaban la asistencia y la puntualidad. ¿Verdad Marielita? Pero, a fin de mes, cuando llegaban a la ventanilla para firmar por la platita bien ganada… el nombre no figuraba.

Y enero lo trabajaban gratis, “porque el contrato recién iba a estar a partir de febrero”.

Los trabajadores contratados tenían una triste musiquita para esas ocasiones:

¿Qué pasó con la platita?

Pregúntale a marielita

Pero alguien se atrevía a preguntar, o a reclamar… ya nunca más había contratos… ¡siga py!

A pesar de que tio albino tuvo que salir de la muni (con una marca de zapato en el trasero), la traviesa sobrinita se quedó, y sigue “prosperando”.

Y es que ahora lilito el mudo  se ha instalado en la dirección de recursos humanos, porque ahí hay más platita que en un casino de Las Vegas. Por algo que al mudito lo comparan con Freddy Krugger, porque tiene las uñas bien largas, y es la pesadilla de las arcas municipales.

Ojo… no confundan a freddy krugger (lilito), con fredy copetín.

El rubio de pelo largo habla en todas las sesiones, y lilito solo habla por teléfono.

Además a fredy le dicen “copetín” porque se la pasa sacando minutas… en cambio lilito, siempre vuelve a fritar la misma minuta del año anterior.

Con marielita y lilito se juntan el hambre y las ganas de comer.

Pero lilito el mudo la tiene bien clara. El día que “se hizo cargo” del negocio, tuvo una visión milagrosa: en la puerta de la oficina había un cartel que decía RRHH, y el entendió todo:

  • RR (muchos recursos)
  • HH (mucha hambre)

Las dos cosas le convenían: la platita en su maleta, y el hambre para dominar a la gente.

Un señor que no hablaba bien, llegó en ese momento y preguntó: ¿dónde queda la oficina de reclusos humanos?

Otro paraguayito, que viajó al exterior buscando laburo (porque acá trabajaba y no cobraba) descubrió al regresar, que mientras estaba en la Madre Patria, la municipalidad empezó a pagarle puntualmente su sueldito, encima le aumentaron, lo raro es que él nunca cobró…

¿Qué pasó con la platita?

Pregúntale a marielita

Y el guapo paraguayito, hasta votó dos veces en San Lorenzo (a pesar de que estaba en España). Hasta creo adivinar por quienes votó.

En RR-HH se armó una verdadera pesadilla… gracias a Freddy Krugger:

– los flamantes relojes biométricos dejaron de repente de funcionar,

– los relojes de huella dactilar se retiraron por la pandemia (qué peste tan beneficiosa para algunos),

– y las planillas de asistencia “se traspapelaron”,

Moraleja: como no se sabe si centenares de funcionarios municipales han trabajado (¿) el sueldo de todos, no se paga hasta nuevo aviso (mientras tanto los intereses corren). Dicen que el plazo fijo, (perdón) el leve retraso involuntario durará unos días. Por algo los siete mágníficos quieren sacar a lilito de la pandilla… “pendejo jagarrapá” le dicen. ¿Será cierto?

Ahora la canción sanlorenzana tiene otra estrofa,

¿Qué pasó con la platita?

Pregúntale a marielita

¿Qué pasó con tu sueldito?

Preguntale a lilito.

Con tanta música vernácula, kiñokis debe estar chocho de la vida.

¡No quiero ni imaginar la “alegría” que van a tener los funcionarios municipales cuando pasen los días (hoy ya es 9 de noviembre) y el sueldito no aparezca ¡

(Y eso que apenas estamos en noviembre, esperen a que llegue enero…)

El pueblo sanlorenzano se pregunta: ¿qué pasó de esos jóvenes valientes y patriotas que aseguraban ser la salvación de la ciudad?

Pareciera que al final se cansaron de hacer tanto bochinche.

¿O será que les hizo mal el nombre? “Che Kuerai”… Parece que se cansaron en serio.

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Los que los conocen mejor dicen que se cansaron… de pelearse entre ellos.

¿Será cierto? ¡No, pues! ¡Así no!

La mejor forma de hacer algo bueno es construir, trabajar, resistir lo que está mal, y mejorar lo que está bien. Así como las abejas o las hormigas… que crecen y se multiplican trabajando. No como los gatos que no pueden estar de a dos en una bolsa.

No vayan a querer arreglar la ciudad repartiendo cintarazos o tirando botellitas de agua… eso ya es muy gastado y muy tonto. Si no pueden organizarse entre ustedes ¿cómo quieren organizar una ciudad?

Prepotentes, soberbios y mandones ya tenemos muchos, y no queremos más.

Y no olviden que las mujeres somos mayoría.

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Pero parece que sigue la pelea en el Far West: ahora los siete magníficos quieren la cabeza de Aldo Ricacho porque no llegaron a un acuerdo con las “vaquitas cagamonedas”.

Y eso que Ofidio había tenido la genial idea de “crear una mesa de trabajo”.

Para los que no saben, una “mesa de trabajo” es una mesa cualquiera, de madera común, pero que por artes mágicas se convierte en una fábrica de dinero: funciona así…

  1. De un lado se sienta la autoridad, del otro lado se sientan el comerciante o el funcionario que quiere “arreglar”.
  2. La autoridad pone sobre la mesa una mano que sostiene leyes, ordenanzas, notificaciones, multas, clausuras, intimaciones y/o sumarios.
  3. Mientras las partes “buscan una solución conveniente para la ciudad”, la otra mano de la autoridad (bajo la mesa) recibe billetes de todos los colores.
  4. Y… colorín, colorado, el problema se ha solucionado!! Cualquier cosa se puede arreglar con mucha fe y una generosa ofrenda.

Fabulosa es la mesa inventada por Ofidio Azulejo. ¡Fabulosa! Soluciona cualquier cosa.

Y sigue la música:

Fabulosa la junta, fabulosa,

Si hay plata, se arregla cualquier cosa.

El único problema ocurre cuando algún participante de la “mesa de trabajo”, pasa la mano vacía o con pocos billetes. En ese caso el mecanismo se traba, los rulemanes crujen, las correas rechinan, el ambiente se recalienta,  sale humo, y hasta pueden rodar algunas cabezas.

Y parece que Aldo Ricacho, en vez fajos de billetes, quiso pasar algunas moneditas.

¡Ché dio! Cómo se enojaron los capangas de la honorable.

¡Demasiado pobre la ofrenda!

¡No alcanza ni para diezmo!

No hubo caso que Ricacho les explicara que tiene muchos santos a los que rezarle. Los billetes se van cayeeeendo por el camino, y… como la honorable está en el tercer piso, ya no alcanza la plata para llegar hasta arriba.

¿Por qué creían que Tío Albino les construyó un piso más arriba? ¿Para que estuvieran más cerca del cielo? No, nada que ver. Lo hizo para que cuando terminaran de subir las escaleras, se les acabaran las ganas de hacer ordenanzas y otras tonterías similares.

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Es impresionante la “sensibilidad” y el “amor” del intendente por las personas con capacidad disminuida:

  1. la Oficina de Atención a Discapacitados está en el segundo piso del edificio,
  2. para subir al segundo piso no hay rampas, solo escaleras,
  3. los ascensores están desactivados por protocolo covip (para evitar aglomeraciones de funcionarios). ¿No pueden hacer que el ascensor sea solo para discapacitados? No se inventó el alcohol o la lavandina en San Lorenzo?

La pregunta del millón es: ¿cómo hace una persona en silla de ruedas, o una persona con muletas, o ancianos con problemas articulares, o personas no videntes… para ir a la Oficina de Atención a Discapacitados?

Posibles soluciones que estaría estudiando la Comisión Asesora de Vyroreí  de los honorables siete magníficos:

  1. Alzar y bajar -con un gancho y unas poleas- a las personas que no pueden subir por la escalera.
  2. Lanzar a los discapacitados con una catapulta para que suban, y de regreso tirarlos sobre un globo loco para que no se golpeen.
  3. Llamar a licitación para la compra de un helicóptero municipal que aterrice en la terraza (allá arriba se les puede atender bien, y de paso toman solcito)
  4. Contratar al mago Nizugan Junior para que haga levitar a los discapacitados hasta el segundo piso, donde otro grupo de funcionarios (contratados también para el efecto) les ayudarían a entrar por la ventana.
  5. Como el helicóptero es más adecuado para que suban los concejales… se llamaría a licitación para la compra de globos inflados con gas. Con ellos se pueden alzar a todas las personas que no puedan usar la escalera. En la terraza colocarán un funcionario con un alfiler, por si el globo pasa de largo hacia arriba.

Por supuesto que si cierto senador tuviera que usar silla de ruedas, o el intendente, o alguno de los  “honorables”… de inmediato se habilitarían más ascensores en la muni que todos los UBER de la ciudad. Pero ¿a quién le importa un prójimo pobre?

Encima –estando en silla de ruedas- ni siquiera puede salir a hacer caminata electoral

Las sorpresas aparecerán el día en que empiecen a funcionar las urnas, créanlo.

Es increíble la forma en que actúa la retorcida mente de los políticos: cuando tenemos que votar, nos buscan en la puerta de casa, nos llevan cómodamente sentados hasta el local de votación, nos invitan chipa y cocido. Nos abrazan y nos palmean la espalda. Nos aman…

Pero en estos días, cuándo ya creen que no nos necesitan, cuando piensan que les estorbamos, ni siquiera te facilitan un ascensor miserable para que la abuela que está en silla de ruedas pueda subir dos pisos para ir a la Oficina de Atención a Discapacitados.

De hecho, si fuera para robar plata, pueden estar seguros que esa oficina estaría en planta baja y hasta tendría alfombras y aire acondicionado.

Como dijo una pobre anciana que no podía subir la escalera: ¡carajo!

¿Ven como no existen las malas palabras, pero si existe la gente mala?